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  • Foto del escritorBertha de Sánchez

Vivir centrados en Cristo

Actualizado: 4 jun 2020


Para los puritanos, la vida cristiana y toda nuestra enseñanza debe estar centrada en Jesús.


Como J. I. Packer ha comentado, ellos “sabían que el viajero a través del paisaje de la Biblia pierde su camino tan pronto como pierde la vista del monte llamado Calvario”. Dijo el puritano Thomas Adams: “Cristo es la suma de toda la Biblia, profetizada, tipificada, prefigurada, exhibida, demostrada, que se encuentra en cada hoja, casi en cada línea, siendo las Escrituras como los pañuelos del niño Jesús”.


Conocer a Cristo a través de su Palabra es lo que más necesitamos para tener un gozo en Él que venza nuestro gozo en el pecado. Cristo no es una simple doctrina o verdad para estudiar; Él es la Persona más digna de ser amada. Es por eso que John Owen, por ejemplo, escribió:


“Es al contemplar la gloria de Cristo por fe que somos edificados espiritualmente y edificados en este mundo, porque al contemplar su gloria, la vida y el poder de la fe se fortalecen cada vez más. Es por fe que crecemos para amar a Cristo. Entonces, si deseamos una fe fuerte y un amor poderoso, que nos den descanso, paz y satisfacción, debemos buscarlos al contemplar diligentemente la gloria de Cristo por la fe. En esta tarea deseo vivir y morir. En la gloria de Cristo fijaré todos mis pensamientos y deseos, y cuanto más vea la gloria de Cristo, más se marchitarán ante mis ojos las bellezas pintadas de este mundo y seré cada vez más crucificado para él”.

Y cuando nuestra mirada no está puesta en Él como debería estarlo, ¡qué consuelo saber que Él nos sigue amando! Como dijo Thomas Goodwin:


“Tus propios pecados lo mueven a la piedad más que a la ira … así como el corazón de un padre es para un niño que tiene una enfermedad repugnante, o como lo es para un miembro de su cuerpo que tiene lepra, no odia al miembro porque es su carne, pero sí la enfermedad, y eso le provoca compasión por la parte más afectada”.


De esa manera, los puritanos estaban maravillados ante el amor de Dios mostrado en Jesús y su obra redentora. Por eso no es extraño leer a Thomas Brooks decir que “no aman a Cristo aquellos que aman algo más que a Cristo”; o leer a Goodwin decir: “El cielo sería un infierno para mí sin Cristo”; o leer estas palabras de Richard Baxter:


“Es mejor estar en cualquier lugar con Cristo que estar en el cielo sin Él. Todas las delicias sin Cristo no son más que un banquete fúnebre. Donde el maestro de la fiesta está ausente, no hay nada más que solemnidad. ¿Qué es todo sin Cristo? Las alegrías del cielo no son las alegrías del cielo sin Cristo; Él es el mismísimo cielo del cielo”.

O leer esta comparación de Samuel Rutherford:


“Pon junta la belleza de diez mil miles de mundos de paraísos, como el Jardín del Edén, en una sola cosa; pon todos los árboles, todas las flores, todos los olores, todos los colores, todos los gustos, todas las alegrías, todo el encanto, y toda la dulzura en una sola cosa. ¿Qué cosa tan justa y excelente sería esa? Sin embargo, sería menos [excelente] que nuestro Cristo [como] una gota de lluvia sería menor a todos los mares, ríos, lagos, y fuentes de diez mil tierras”.

¡Esto es lo que más necesitamos los reformados si no queremos ser deformados!

Los puritanos nos enseñan que la clave para vivir como somos llamados a hacerlo es tener la mirada fija en este Jesús glorioso y lleno de amor por nosotros. Así seremos cautivados por su belleza. Así tendremos la verdadera felicidad. Él es suficiente. ¡Bendito Salvador!

“Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”.


Por: Josué Barrios


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